Se han preguntado que pasa cuando
vas al cine y solo logras ver una parte de la película. Lo más probable es que
no entiendas de que se trata y cuando te pregunten o pidan recomendaciones para
verla, la opinión que brindes no sea la correcta.
Algo similar ocurre en las
organizaciones, muchas veces los jefes o responsables de un equipo se enfocan
en buscar soluciones rápidas a los problemas que se presentan en el día a día,
es decir dedican gran parte de su tiempo a apagar incendios, este tipo de
situación muy común en las organizaciones se denomina “modelo del arreglo
rápido o temporal”.
La consecuencia de estas
decisiones, es que después de un tiempo el problema vuelve a aparecer y en su
gran mayoría estos problemas empeoran con el tiempo. Pero, ¿Existe alguna receta mágica
para encontrar la solución exacta para todos los problemas? O acaso necesitamos
una espada del augurio para ver más allá de lo evidente.
Pues, no se tienen ni recetas
mágicas, ni mucho menos contamos con la espada del augurio del buen León-O,
pero si contamos con estrategias que podemos aplicar y para ello empezaremos conociendo
el pensamiento sistémico en la organización.
El pensamiento sistémico, es cuando
logramos comprender todos los componentes que conforman el sistema y como se
relacionan entre ellos. Para comprenderlo, nos sumergiremos
en la siguiente imagen, tomaremos la foto del iceberg e imaginaremos que puede
ser tu organización, el área o el equipo de trabajo en la cual te encuentras:
Lo que sucede normalmente es que
nos quedamos en la parte visible (eventos)
del día a día, los resultados positivos o negativos que se presentan, nos
desgastamos en ser los bomberos de la organización, dedicamos nuestro tiempo y
esfuerzo en realizar arreglos temporales que terminan siendo incendios
nuevamente.
Pero, qué pasaría si buscamos
criterios para cuantificar los resultados observables del día a día y
realizamos un seguimiento de estos a través del tiempo, es decir desarrollamos patrones, que en otras palabras son los
indicadores, estos nos permiten identificar cómo se comportan estos resultados
en el tiempo y de esta manera se pueden generar propuestas e ideas de mejora.
Si nos sumergimos un poco más,
encontramos las estructuras, que es
como está compuesta los equipos de trabajo, los procesos y demás que forman
parte el esqueleto de una organización. Se han preguntado si en sus
organizaciones los equipos de trabajo conocen sus procesos o saben qué lugar
ocupan en la empresa.
El saber qué rol jugamos en un sistema, es muy importante
para cualquier persona, porque de esta manera sabemos dónde nos encontramos y
hacia donde podemos proyectarnos.
Finalmente, llegamos a la parte más
importante: los modelos mentales, por la cual se inician muchas veces los
problemas y donde se deben iniciar las soluciones.
Cuando hablamos de modelos
mentales, hablamos de las creencias que tenemos, de cómo percibimos nuestro
entorno y de cómo interpretamos la
realidad que nos rodea. Pero, qué tan complicado puede ser cambiar un modelo
mental, ejemplos tenemos muchos:
Tenemos las creencias limitantes,
como el “no puedo confiar en nadie”, “la mayoría tiene más suerte que yo”, “es
muy tarde para aprender algo nuevo” o “a la gente hay que gritarle para que
entienda”.
También, las creencias machistas,
como aquellos hombres que piensan que las mujeres son el sexo débil y que por
ello no se pueden defender, o aquellos que piensan de que las mujeres solo debe
dedicarse a estar en la cocina o a ser madres y no a trabajar.
Cuántas veces hemos escuchado o
visto estas actitudes en los demás y en nosotros mismos, como podemos generar
el cambio de estos modelos mentales que son tan comunes en nuestra sociedad y
que muchas veces pueden contaminar y destruir una organización.
Tomando la teoría de la elección
del Dr. Glasser, nos brinda los siguientes consejos para aplicar en nuestra
vida diaria y en las organizaciones orientándonos a aplicar conductas que nos
permitan resolver los problemas de fondo y a través de ellos vivir en armonía y
de forma productiva con los demás y con nosotros mismos:
-
- Respetar y confiar en los demás (El respeto es la pieza fundamental de un trabajo en equipo)
- Conciliar nuestras diferencias ( Aunque nos cueste tiempo y trabajo, intentarlo no está demás)
- Escuchar a los demás (Diferenciar entre oír y escuchar, no es lo mismo)
- Apoyar y animar a los demás
- Y quizá la más difícil, aceptar a lo demás tal como son.
Recuerden, no
existe una receta mágica para resolver un problema, busquemos comprender más que juzgar y ver
en toda situación (sea positiva o negativa) una oportunidad de aprendizaje y
crecimiento en nuestra vida o en nuestra
organización.
Seamos
gestores del cambio, apliquemos el pensamiento sistémico y compartamos lo que
aprendemos con los demás, la mejor manera de generar un cambio es dando el
ejemplo nosotros mismos y de esta manera contagiar a los demás.
Les dejo este video, que me gusto:
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